- El 17 de octubre -
[...] Calificando a la concentración de una "verdadera fiesta de la democracia" y "el renacimiento de una conciencia de los trabajadores", expresó su deseo de "estrechar profundamente a todos contra mi corazón, como lo podría hacer con mi madre", y de abrazar a los trabajadores "como abrazaría a mi madre". Curiosamente, éstas serían las primeras y únicas veces que iba a mencionar a su madre en un acto público.
La ferviente muchedumbre participaba contestándole con gritos de estímulo (como "¡Viva la vieja de Perón!") y hasta le hacía preguntas ("¿Dónde estuvo?") convirtiendo el discurso en un diálogo. Concluyó pidiendo a los manifestantes que regresaran a sus casas pacíficamente y que "realizen el día de paro festejando la gloria de esta reunión de hombres de bien y trabajo..."
"Mañana es San Perón", fue la respuesta jubilosa. "Que trabajen los patrones."
Saboreando su momento de triunfo, Perón levantó sus manos y las juntó como un boxeador victorioso, saliendo de tal postura sólo para abrazar a cada uno de los hombres que lo acompañaban en el balcón. Por último, desapareció internándose en la Casa Rosada, y la gran multitud comenzó a dispersarse en todas direcciones.
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